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martes, 28 de junio de 2011

"El pequeño salvaje" o la privación de la socialización. VII: Otros niños salvajes

Autoras/es: Enrique Martínez-Salanova Sánchez
Los casos de niños salvajes han cautivado siempre a la opinión pública. El primer caso documentado es el del «niño lobo de Hesse», hallado en 1344, cuando la documentación permite, quizá por primera vez, sobrepasar el dominio meramente mitológico [...]  Existen dos tipos de niños salvajes aquellos que deben sobrevivir por si mismos, como la esquimal de Champaña, o el niño salvaje del Aveyron (1800) y aquellos que realmente parecen haber sido criados por animales. La posibilidad de esta educación animal fue rebatida por mucho tiempo por los escépticos, hasta el caso de los niños lobos de Midnapore (India, 1920), que aporto una prueba convincente a este expediente [...]







Otros niños salvajes
Los casos de niños salvajes han cautivado siempre a la opinión pública. El primer caso documentado es el del «niño lobo de Hesse», hallado en 1344, cuando la documentación permite, quizá por primera vez, sobrepasar el dominio meramente mitológico. En 1731, en Francia, se encontró a una niña de unos 10 años de edad cerca de Chalons-sur-Mame, descalza y vestida con pieles de animales. La llamaron «la niña esquimal» por sus rasgos y porque al aprender a hablar contó que había visto unos grandes animales marinos que comían peces. Durante un tiempo, la niña permaneció muda, comiendo pequeños animales crudos. Más adelante las ventajas de la civilización tuvieron efectos negativos sobre la niña, que se enfermaba con frecuencia. Ingresó en un convento parisino, destino común de los niños perdidos, y ahí acabó su pista. El gran naturalista sueco Carl Von Linné la incluye dentro de sus nueve especímenes de Homo Sapiens Ferus, una subespecie de la humanidad creada por el, en su trabajo Systema Naturae, publicado en 1758.
Existen dos tipos de niños salvajes aquellos que deben sobrevivir por si mismos, como la esquimal de Champaña, o el niño salvaje del Aveyron (1800) y aquellos que realmente parecen haber sido criados por animales. La posibilidad de esta educación animal fue rebatida por mucho tiempo por los escépticos, hasta el caso de los niños lobos de Midnapore (India, 1920), que aporto una prueba convincente a este expediente.
En 1937, se documentó el caso de una niña, en Turquía, que había pasado ocho años viviendo con una familia de osos. En 1971 el del niño gacela que se desplazaba a saltos, confirmado por el antropólogo francés Jean Claude Armen. En 1981, una pequeña portuguesa de nueve años que fue descubierta viviendo en un gallinero donde su madre la encerró desde su nacimiento, manifestaba las mismas reacciones que las gallinas, durmiendo en el suelo y caminando de una manera muy extraña moviendo sus brazos como si fueran alas.


El caso de John
El padre de John asesinó a su esposa en una riña conyugal y huyó. El niño, de cinco años, desapareció sin dejar rastro. El chico fue  admitido como uno más por una familia de monos vervet, uno de los pocos grupos de primates que viven entre el suelo y los árboles y cuya dieta, a base de jugosa fruta, les permite subsistir sin beber apenas agua. Un años después, Johnny regresó a la civilización en plena infancia y de la mano de una vecina, que fue a recoger leña y lo vio entre los monos. «Era un niño y estaba sucio, lleno de heridas y costras y con el cabello y las uñas muy largas». Más tarde, el niño ha contado su historia.

Algunos casos registrados de «niños salvajes»
Peter, de Hanover. 1724. 13 años
Tomko, de Hungria. 1767. edad desconocida
Victor, de Aveyron, 1799. 11 años
Gaspar Hauser, de Nuremberg. 1828. 17 años
Niño-lobo de Sekandra. 1872. 6 años
Kamala, de Midnapur. 1920. 8 años
Niño-gacela de Siria. 1946. Edad desconocida
Niño-mono de Teherán. 1961. 14 años
Genie, de Estados Unidos. 1970. 13 años
Fuente: Crystal, D (1994). Enciclopedia del Lenguaje de la Universidad de Cambridge. Santillana Eds. La lista completa incluye 47 casos.

El caso de Kamala
Ya en el siglo XX, Kamala, una niña que aparentemente se crió entre lobos en la India y que fue encontrada en 1920 a la edad de ocho años, mostró problemas similares a los de Víctor. Antes de su muerte, ocurrida nueve años después de su descubrimiento, solo tenía un vocabulario de alrededor de 50 palabras, nada comparable al vocabulario de un niño normal de seis años, el cual se estima comprende alrededor de 14,000 palabras.

Genie
El caso de Genie, otro ejemplo de crueldad extrema ampliamente estudiado, analizado y registrado con metodologías modernas, confirmó los efectos nocivos del aislamiento y el maltrato en cuanto a la adquisición del lenguaje. Genie, descubierta en 1970 en los Estados Unidos a la edad de 13 años, no solo había sido encerrada, atada y muchas veces vendada desde su niñez, sino que sus padres también la castigaban si emitía cualquier sonido, lingüístico o no.
Una vez liberada, y después de grandes esfuerzos por enseñarle a hablar, Genie solo podía comunicarse con frases rudimentarias, como Me gusta elefante come maní o Dulce compra tienda.
Estos y otros casos, cual trágicos y crueles «experimentos», confirman la importancia de un medio ambiente lingüísticamente propicio para la adquisición del lenguaje, así como el hecho de que existen limites a lo que un individuo puede aprender si no crece en un medio que le proporcione contacto social, psicológico, afectivo y lingüístico. Para aprender un lenguaje de manera natural, los seres humanos no requerimos más que ese ambiente propicio durante los años cruciales que van del nacimiento a la pubertad. Nuestra disposición genética y el desarrollo de nuestras habilidades cognoscitivas se encargan de lo demás. Los casos de niños salvajes, ya sea por abandono o maltrato, constituyen crímenes contra el alma humana, ni más ni menos.
La vida de Genie tras su encuentro por la sociedad, no fue agradable. El equipo que se hizo cargo de ella no tenía objetivos claros sobre su actuación, se pelearon entre ellos por adquirir protagonismo, pasó de una familia de adopción a otra, se dedicaron a investigarla en beneficio propio más que a trabajar por su incardinación en la sociedad. Genie, como Víctor, acabó en un centro de internamiento.

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